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Mc 10,32-45: Tercer anuncio de la pasión y resurrección. Contra la ambición.

Cf. Mt 20,17-19; Lc 18,31-34


32 Iban de camino, subiendo hacia Jerusalén. Jesús iba adelante, los que le seguían estaban

sorprendidos y con miedo. Él reunió otra vez a los Doce y se puso a anunciarles lo que le iba a

suceder:

33 —Miren, estamos subiendo a Jerusalén: el Hijo del Hombre será entregado a los sumos

sacerdotes y los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos,

34 que se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y le darán muerte, y luego de tres días resucitará.


Mc 10,35-45: Contra la ambición

(f. Mt 20,20-24


35Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:

—Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.

36 Les preguntó: —¿Qué quieren de [mí]?

37 Le respondieron: —Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.

38 Jesús replicó: —No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo he de beber o recibir el bautismo

que yo voy a recibir?

39 Ellos respondieron: —Podemos.

Jesús les dijo: —La copa que yo voy a beber también la beberán ustedes, el bautismo que yo voy a recibir también lo recibirán ustedes;

40 pero sentarse a mi derecha y a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado.

41 Cuando los otros lo oyeron, se enojaron con Santiago y Juan.


Cf. Mt 20,25-28; Lc 22,25-27


42 Pero Jesús los llamó y les dijo:

—Saben que entre los paganos los que son tenidos por gobernantes dominan a las naciones

como si fueran sus dueños y los poderosos imponen su autoridad.

43 No será así entre ustedes; más bien, quien entre ustedes quiera llegar a ser grande que se haga servidor de los demás;

44 y quien quiera ser el primero que se haga sirviente de todos.

45 Porque el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.

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