9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por
Juan en el Jordán.
10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de
paloma, bajaba a él.
11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto,
13 y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los
animales del campo y los ángeles le servían.
COMENTARIO:
v.9 En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea
y fue bautizado por Juan en el Jordán
El bautismo de Jesús señala el comienzo del ministerio (servicio) público de Jesús de Nazaret.
Marcos solamente dice que Jesús viene de Nazaret de Galilea para dejarse bautizar por Juan en el río Jordán. Para las Iglesias primitivas, el bautismo de Jesús de manos de Juan supuso un problema puesto que parecía que el Bautista estaba por encima de Jesús (porque le bautizó).
Para el evangelista Marcos, el bautismo de Jesús ayuda a comprender el verdadero mesianismo (en contra de la mentalidad triunfalista de algunos creyentes) de Jesús y su relación con Dios Padre.
En Marcos, es evidente que Jesús tuvo una vivencia interior de su misión cuando fue bautizado por Juan.
v.10: "En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban..."
El verbo griego "schizo" significa a "rasgar" o "degarrarse"; así, el Cielo fue "desgarrado". La palabra griega que describe los "cielos desgarrados" se utiliza solamente una vez más en el evangelio de Marcos y es, al final, cuando Jesús muere y la cortina del santuario del templo se rasga en dos, de arriba a abajo (15:38).
Se trata de un viejo anhelo de Israel: que Dios "desgarre los cielos" y envíe su Espiritu para salvar a los hombres. La imagen de los "cielos desgarrados" es el cumplimiento de una oración que Israel dirigía a Yahvé desde hacía mucho tiempo: "¡Oh, el Señor rasgará los cielos y bajará para dar a conocer su nombre" (Isaías 63: 19b o 64: 1).
Marcos toma prestadas estas imágenes de la literatura apocalíptica. Estos símbolos apocalíticos sirven para mostrar el cambio radical que se está produciendo. Después de su bautismo, Jesús será conducido por le Espíritu al desierto donde se iniciará una batalla contra el "príncipe de este mundo" (1,12). Las tentaciones y las negaciones de Jesús simbolizan una lucha -guerra apocalíptica- entre buenos (ángeles y Jesús) y malos (Satanás y las bestias salvajes).
Esta es la primera de las muchas alusiones del Evangelio de Marcos al Libro de Daniel. Daniel retrata gobernantes opresivos como "bestias" y habla de los ángeles en lucha contra los "príncipes de reinos" (Daniel 7: 1-7,10,12: 1)
"El Espíritu en forma de paloma bajaba a él"
El lenguaje empleado en el episodio del bautismo de Jesús muestra fuertes conexiones con la historia original en el Libro del Génesis. La imagen de la paloma evoca el vuelo del Espíritu sobre las aguas en la creación (Gn 1,2). Marcos está diciendo a sus oyentes (o lectores) que Dios, a través de Jesús, renueva el mundo. Comienza un nuevo principio.
En el Libro del Génesis el hombre es creado a imagen de Dios y Jesús es esta imagen. Jesús devuelve al hombre a su imagen originaria, tal como Dios lo pensó al principio de la creación. Para Marcos, Jesús es el hombre tal como Dios lo creó al principio. Y lo que es válido para Jesús también lo es para los bautizados.
A través de este episodio, Marcos nos está diciendo cómo debemos ver al que que viene de Nazaret: Jesús está lleno del Espiritu Santo.
Recordemos que desde los tiempos del patriarca Noé, la “paloma” representa la reconciliación entre Dios y los hombres. Noé envío una paloma sobre las aguas del diluvio y la paloma le trajo el mensaje de que el tiempo de purificación había pasado (Gn 8,10-12).
v.11: "Y se oyó una voz que venía de los cielos:
«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.»
Los capítulos 42, 63 y 64 del Libros de Isaías están detrás de estas palabras del Evangelio de Marcos. El amor que Yavé siente por Israel explica una relación desigual entre Dios y un pueblo que a pesar de su infidelidad oye la llamada a volver al buen camino.
"He aquí mi siervo a quien yo sostengo,
mi elegido en quien se complace mi alma.
He puesto mi espíritu sobre él", Isaías 42:1-2.
Para los primeros cristianos el Libros de Isaías fue fundamental para poder comprender la misión de Jesús y su desenlace: por qué el Mesías debía sufrir y morir por los pecados del pueblo.
Secreto mesiánico
En el Evangelio de Marcos esta declaración solamente es comunicada a Jesús. No se mencionan testigos.
Marcos 1:10 dice “él vio”, es decir, solamente Jesús. La voz del cielo se dirige directamente a Jesús cuando dice "tú eres..." Jesús fue el único que vio el Espiritu de Dios ese día.
Estos versículos forman parte de lo que se ha llamado el "secreto mesiánico". En el Evangelio de Marcos la identidad de Jesús no se conoce o debe darse a conocer hasta después de su muerte. El Mesías de Marcos no puede ser reconocido hasta después de su pasión y muerte. Esto es debido a que en la espiritualidad marquiana para que los discípulos del resucitado puedan comprender a Jesús correctamente primero deben darse cuenta y aceptar que el sufrimiento y la muerte están siempre presentes en la identidad mesiánica de Jesús.
v.12: "El Espíritu lo empuja al desierto"
La identidad del pueblo de Dios comenzó a fraguarse cuando se liberó del yugo del faraón. La identidad de Jesús se ha visto confirmada en el episodio de su bautismo; ahora Jesús, al igual que el pueblo de Dios en el Libro del Éxodo, se desplaza al desierto para descubrir en qué consiste su vocación y misión.
Jesús ha de enfrentarse a la misma fuerza que desvió al pueblo de Israel por el camino de la idolatría y la injusticia. Él también se somete a ese test para mostrarnos las causas más profundas de nuestras divisiones, problemas y conflictos.
Para explicarnos ese desplazamiento de Jesús al desierto, Marcos utiliza una palabra fuerte: “ekballein”, que significa “empujar”. Jesús es "empujado" al desierto por el mismo Espíritu que ha recibido. Algunos pueden pensar que Jesús "lleno del Espíritu de Dios" vive constantemente en un éxtasis divino; pues bien, nada más alejado de la realidad: Jesús es empujado al desierto, al espacio gobernado por los demonios, el espacio de la muerte. Esto es debido a que el Espíritu impulsa a Jesús a vivir lo más alto y lo más bajo del ser humano.
v.13: "Y permaneció en el desierto cuarenta días. Siendo tentado por Satanás.
Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían”
Permaneció en el desierto 40 días
Los 40 días evocan los 40 años que Israel pasó en el desierto sufriendo y siendo tentado. 40 años era entonces la expectativa normal de vida para una persona y 40 días era el tiempo requerido para que una persona dada a la contemplación, meditación y oración, pusiera los fundamentos para un concimiento sincero de su persona, de Dios y del porvenir.
Satanás
Procede del arameo "satán" y significa "adversario". No se refiere solamente a un ser espiritual maligno sino a toda persona que es un obstáculo para los planes de Dios: así, por ejemplo, es como debe interpretarse cuando Jesús le dice a Pedro "aléjate de mí Satanás". En su origen esta palabra era utilizada para referirse a alguien o algo que obstaculiza los planes de una persona.
Tentaciones, animales salvajes y ángeles
En el Evangelio de Marcos no encontramos la narración de las tentaciones de Jesús pero sí dos imagenes que son muy elocuentes: Jesús vive con los animales salvajes y los angeles le sirven.
Con esto, Marcos muestra la tensión en la que vive Jesús y todos nosotros: tensión entre los animales salvajes y los ángeles, entre los instintos y el Espiritu, entre las agresiones y el amor, entre lo destructivo de los animales salvajes y lo protector de los ángeles. Todos somos atraídos hacia estos dos polos.
Jesús vive con los animales salvajes. No vive en enemistad con ellos, sino en una paz paradisiaca. Ello se debe a que Jesús ha integrado y harmonizado todo lo salvaje y agresivo presente en la creación y en la vida humana. Marcos muestra la visión de la paz paradisiaca tal como el profeta Isaías la describe en su libro. Ya no hay enemistad entre el Espíritu y el instinto. A través de estos dos versículos, Marcos expresa la profunda experiencia que Jesús ha tenido en el desierto. Jesús se ha enfrentado al mismo sufrimiento que Adam e Israel arrostraron en el Antiguo Testamento.
Es el modo como Jesús se enfrenta a las tentaciones y es el modo que los discípulos deben aprender para superar la tentación: por la oración y el ayuno. El desierto, imagen opuesta al Edén o paraiso terrenal, se convierte ahora en lugar de purificación, superación y reconciliación.
Las "bestias" o "animales salvajes" encarnaban los temores, la rebelión, las amenazas que ponen a prueba al ser humano. Pero en este episodio, Marcos los presenta como "reconciliados", amigos de Jesús, tal y como era en el paraiso. La paz ha sido restaurada del modo como Isaías decía que iba a ocurrir en lo días de la aparición del Mesías: "Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá", Isaías 11,6.
Lo que ocurre en este episodio debe ser comprendido como una situación que siempre está presente en la vocación y misión de Jesús, así como en la de todos nosotros. Se trata de una llamada continuada a la conversión y a la reconciliación.
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