Mc 1,35-40: Todos te buscan
35 De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.
36 Simón y sus compañeros fueron en su busca;
37 al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan».
38 El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido».
39 Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
Mc 1,40-45: Curación de un leproso
40 Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme».
41 Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio».
42 Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.
43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente:
44 «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio».
45 Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.
COMENTARIO:
v.40: "Si quieres, puedes limpiarme"
Marcos construye este episodio alrededor del verbo griego "limpiar", también "declarar limpio". El verdadero drama comienza cuando el leproso le pide a Jesús que asuma la prerrogativa sacerdotal de "limpiarle" y/o "declararle limpio".
v.41: "Le tocó"
La mayoría de nosotros tenemos miedo a tocar a alguien que puede ensuciarnos e infectarnos. Pero Jesús no tiene miedo de los enfermos, aunque éstos sean leprosos. La palabra original usada para decir "tocar" significa también "acariciar", por tanto, Jesús le tocó, le acarició. A su vez, la palabra "caricia" viene de "ruhren", que significa "mezclarse". Entonces, podemos decir que los sentimientos de Jesus se mezclan con los del enfermo. Jesus deja fluir algo de su luz interior en el enfermo.
Jesús no realiza un ritual, simplemente "toca -acaricia-" al leproso y lo "limpia". Según el código de pureza, Jesús debería haber quedado impuro pero Marcos dice que Jesús no solamente no queda impuro sino que limpia al leproso. El código de pureza ha quedado desfasado por le deseo de Jesús de tocar y limpia el leproso. Por otra parte, los sacerdotes se hubieran mostrado tajantes al no reconocer en Jesús de Nazaret autoridad alguna para declarar curado al leproso.
v.44: "Muéstrate al sacerdote
y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés"
La ley mosaica otorgaba autoridad a los sacerdotes para examinar a los sospechosos de lepra y decidir si estaban limpios o no (Lev 14:1-32). Con su aprobación, un leproso reconocido "limpio" podía ofrecer sacrificios en el templo y volver a ser acogido en la comunidad de Israel.
Nuestra mentalidad moderna asume que la finalidad primera de estos relatos es mostrar el poder divino de Jesús, pero antes de hablar de su poder sobrenatural debemos saber que en la antiguedad la enfermedad era percibida como un estado de impureza del enfermo que amenazaba la estabilidad de la comunidad. Por eso, el leproso era desposeído de sus derechos de pertenencia a la comunidad. Quedaba, entonces, en un estado indefensión y exclusión social aún más doloroso y terrible que la enfermedad en sí misma.
Los sacerdotes no poseían un saber científico que les permitía diagnosticar los síntomas de la enfermedad, en realidad, su autoridad servía para declarar al enfermo "puro" o "impuro", es decir, dentro o fuera de la comunidad.
v.45: "ya no podía presentarse en público en ninguna ciudad"
El anuncio por parte del leproso sanado tiene consecuencias para Jesús. Según el código de pureza, al tocar Jesús al leproso él mismo habría quedado impuro y excluido. Para los escribas, Jesús es otro "impuro", ha quedado manchado y tiene que refugiarse fuera de los lugares donde residen, comercian y practican la religión, los miembros la comunidad.
A partir de ahora, comienza a expandirse la noticia de que Jesús es capaz de hacer prodigios pero también de desafiar en público los códigos y las estructuras que son la base sobre las que se sostiene una determinada sociedad o cultura. Jesús tiene que desplazarse hacia los márgenes de la sociedad, fuera de las ciudades y las sinagogas; y, sin embargo, la gente todavía le busca.
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