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Mc 1,29-34: Jesús sana a la suegra de Pedro, a enfermos y endemoniados

29 Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.

30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella.

31 Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.

32 Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados;

33 la ciudad entera estaba agolpada a la puerta.

34 Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.


COMENTARIO:


v.30: "La suegra de Simón estaba en cama con fiebre"


En tiempos de Jesús, estar enfermo significaba estar bajo el dominio de fuerzas oscuras, del pecado y de lo impuro y, por tanto, alejado de Dios. La suegra de Simón (Pedro) se ve obligada a permanecer en cama, imposibilitada para realizar cualquier acción responsable y libre, en parte porque se siente débil y, en parte, porque "así debe ser".

La palabra "fiebre" no era utilizada para describir un catarro o la gripe, sino una enfermedad que amenazaba la vida del enfermo.

"Que Simón tenía una suegra nos dice que estaba casado. Aunque esta mujer vive en la casa de Simón no se menciona a su esposa e hijos, lo cual no es normal. Cuando explicaba este episodio en una pequeña comunidad rural en la costa de la India, una mujer dijo convencida: Oh, la mujer de Simón seguramente habría fallecido, tal vez dando a luz, y Simón acogió a su suegra en su casa para cuidarse mutuamente. Para aquella mujer su explicación era obvia. Yo me quedé sorprendida. Tenía mucho sentido lo que aquella mujer había dicho", Megan McKenna, On your Mark. Reading Mark in the Shadow of the Cross.


v.31: "La fiebre la dejó y se puso a servirles"


Pero las mujeres tenían prohibido servir la mesa de los hombres. Servían los esclavos y los hijos más jóvenes. Las mujeres se quedaban en la cocina, al margen de lo que hacían los hombres.

Jesús no se limita a curar la enfermedad de la suegra de Simón (Pedro); a continuación, acepta una nueva manera de comportarse como mujer. La suegra de Simón les demuestra su recuperación sirviéndoles, lo cual dejaría a más de uno preguntándose por lo que estaba ocurriendo en aquella casa. Pero Jesús había infringido antes otra ley al curar a la mujer durante el reposo sabático.

Jesús se había acercado a la persona enferma. Busca el contacto y habla con ella aunque para ello deba infringir la ley. La mujer, por su parte, debe fiarse de Jesús (¡está transgrediendo la ley!), y cambiar de actitud. Entonces, ella también infringe la ley: entra en el lugar reservado a los hombres. Con este gesto muestra su liberación de la ley. Su libertad se verifica en el servicio. Por tanto, la acción-curación de Jesús no finaliza al sanar a la mujer. La verdadera libertad no consiste en desentenderse de los demás y esto requiere, por parte de la mujer (y de todos nosotros), una actitud de servicio.

El episodio de la curación de la suegra de Simón narra la experiencia de liberación como el principio del proceso que transforma a un creyente en discípulo: dejarse resucitar ("levantarse") por Jesús y ser, como él, servidor.

"Se puso a servirles"

Algunos oyentes, o lectores, del evangelio de Marcos pueden pensar que la suegra de Pedro preparó la cena a Jesús y a los demás que estaban allí. Pero hay un detalle en el texto que no debe pasar desapercibido: el verbo griego "servir" (del cual proviene la palabra "diácono") solo se encuentra otras dos veces más en este evangelio.

En 10:45, "el hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir"

En 15,40-41, "había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén"

En realidad, aquí lo que menos importa es quién sirve la cena y quién la recibe; la cuestión para Marcos es quién es el verdadero seguidor (discípulo) de Jesús. Este tema es muy importante en su evangelio. Desde Galilea (principio del evangelio) hasta Jerusalén (final del evangelio) estas mujeres siguen verdaderamente a Jesús, a diferencia de los apóstoles que discuten sobre quién debe ser el más importante (10,32-45). Ellas son los verdaderos discípulos de Jesús porque entienden y practican la autoridad como servicio.

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