El belén viviente de Corbera se mantiene en activo desde 1962
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Con la entrada en el periodo de Adviento, las calles se llenan de luces y las representaciones del nacimiento de Cristo empiezan a estar presentes en todas las casas. Algunas localidades, sin embargo, no se conforman con el musgo y el corcho de los belenes tradicionales y cada año movilizan centenares de personas voluntarias para representar un pesebre a escala real con actores que escenifican las distintas escenas bíblicas relacionadas con la Navidad.
Pero los llamados Pesebres Vivientes no son una simple muestra de la ya más que conocida historia de la llegada de los pastores y los Reyes Magos al establo donde la virgen María y san José custodiaban al recién nacido. Este tipo de representaciones suelen aprovechar el entorno natural o urbano de su localidad para trasladar al visitante a una época de hace dos mil años recreada con mucho realismo. Así pues, muchos de ellos no se limitan solo a la representación de los primeros pasajes bíblicos del Nuevo Testamento, sino que se especializan en mostrar alguno de los aspectos más característicos de la época.
Otro de los factores importantes de la mayoría de los belenes vivientes es el hecho de que el espectador es activo y puede pasear por su interior como si estuviera dentro de la escena.
El primero en introducir esta novedad fue el que posiblemente sea el más conocido de Cataluña, el Pessebre Viviente de Corbera de Llobregat, que en 1962 quiso desmarcarse de la anterior tendencia de situar la escena en un único punto. Ésto pronto fue seguido por muchos de sus homólogos en otras poblaciones catalanas, llegando hasta día de hoy como el estereotipo habitual de belén viviente.
Los pesebres vivientes reciben cada año miles de visitas. Y es que la mayoría tienen alguna característica que los hace diferentes al resto. Es el caso del de Tona, que permite dar un paseo por el bosque situado justo debajo del castillo. Otros ejemplos son el de Sant Guim de la Plana, especializado en los oficios desaparecidos, o el de Joanetes, que alberga la estrella de Navidad más grande del mundo, reconocida dentro del libro de los Récords Guinness.
La cifra de visitantes, lejos de reducirse con la crisis, se ha visto incrementada en los últimos años. La disminución de las salidas durante las vacaciones de Navidad ha provocado un incremento de la demanda de actividades navideñas durante estas fechas. Esto ha llevado a un aumento exponencial en el número de visitantes, que ha llevado a algunos belenes como el de Corbera de Llobregat a doblarse, llegando a la cifra de 23.000 entradas el año pasado, frente a las 12.000 de 2010.
Muchos también han añadido nuevos dioramas e incluso algunos efectos especiales, como en Tona, que hoy en día tiene un recorrido de unos tres cuartos de hora e incluye un sistema de iluminación y sonido automatizado.
Actualmente, la Associació Coordinadora de Pessebres Vivents de Catalunya incluye cerca de 40 belenes, aunque existen otros que no están adheridas a este colectivo. A pesar de que algunos como el de Corbera ya empezaron su actividad en noviembre, la mayoría no iniciarán sus actuaciones hasta el fin de semana del 20 y 21 de diciembre, terminando entre la primera y la segunda semana del próximo año.