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El Pesebre: recurso nazareno-familiar para Navidad


BELÉN DEL COLEGIO PADRE MANYANET-SAN ANDRÉS

La Iglesia desde su praxis celebrativa, ofrece durante el año litúrgico una serie de recursos didácticos, a fin de que el creyente contemple y se adentre en el Misterio de la Salvación que es Jesucristo mismo. Para el tiempo fuerte de Navidad, próximo a celebrarse, proporciona uno de particular significado: la representación plástica del Nacimiento de Jesús.

Origen y desarrollo

El origen de dicha representación en la tradición de la Iglesia latina, suele fijarse en la escenificación llevada a cabo por San Francisco de Asís en la Navidad de 1223 celebrada en Greccio.

Con el paso de los siglos ésta va propagándose gracias a la evangelización franciscana, a la par, que se enriquece y populariza mediante la inclusión de elementos artísticos de cada cultura, como en el caso del “presepe napoletano” (Italia) o el “Belén de Salzillo” (España), ambos pertenecientes al siglo XVI11.

Hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX, los talleres de imaginería religiosa de Olot (Catalunya) crean la “pasta fusta” (un material más resistente que el yeso común) proporcionando un variado y fino catálogo de figuras para el Pesebre.

Desde mediados del siglo XX, la fabricación en masa de figuras de resina, látex y derivados, populariza en gran parte de los hogares cristianos la colocación de un Nacimiento como parte del ornato característico de las celebraciones navideñas.

Hijos de la Sagrada Familia

En la Congregación es nuestro Fundador San José Manyanet, quien va a promover la tradición del Pesebre en las comunidades, colegios y demás centros de apostolado. Así lo pone de manifiesto La Sagrada Familia en su primer número del mes de enero de 1900, concretamente en la sección de noticias:

“En el colegio de Jesús, María y José, de San Andrés de Palomar, hemos tenido ocasión de admirar uno (un pesebre) que por la variedad del paisaje que representa, así como por la buena colocación de las figuras que lo decoran, ofrece un conjunto agradable que denota mucho arte y buen gusto”.

No resulta extraño pensar que, en éste, haya estado presente la mano prodigiosa y el talante artístico del Padre Manyanet, dado que, por la fecha señalada, ya había fijado definitivamente su residencia en la casa matriz.

A lo anterior se suma el hecho de que las figuras mencionadas, procedan posiblemente de manufactura del Padre Fundador, o bien, de regalos que le hicieron amigos entrañables y personas cercanas como Josep María Bocabella, Antoni Gaudí, M. Encamación Colomina o incluso miembros de la Casa Real de Madrid a través del obispo Antonio María Claret.

Tales objetos, se encuentran expuestos hoy en el Memorial Sant Josep Manyanet, como testimonio fidedigno del lugar que ocupó el Pesebre en el corazón devoto del Padre Manyanet.

Tras la muerte del Padre Fundador, la Congregación conservó la tradición de representar el acontecimiento de la Natividad del Señor, adaptándola a los tiempos y circunstancias de la vida comunitaria y escolar, mediante concursos de belenes, representaciones teatrales o exposiciones de notables dioramas y pesebres, fruto del excelente trabajo artístico de los religiosos.

El Hno. Josep Llach, el cual realizó una serie de figuras en arcilla para el Belén del Colegio de San Juliá de Vilatorta; el Padre Domenico Di Benedetto S.F, obtuvo en un concurso llevado a cabo en 1988, el primer premio concedido por la Asociación de Pesebristas de Roma, o el Padre Sebastián Pérez S.F, que ha modelado figuras de exquisito detalle y profunda expresión para los Pesebres del Colegio y comunidad de San Ramón de Vilafranca del Penedés-, por mencionar algunos de entre el gran grupo de creativos religiosos que han acrecentado esta devoción y práctica en la Congregación.

Reflexión teológica-pastoral

a imagen de Jesús recién nacido, constituye el signo visible del “Hoy sin ocaso”, del Kairós divino que irrumpe en la historia humana. Al contemplar a Dios humanado en el regazo de María y José, recibimos la fuerza que dinamiza la vivencia de la castidad, pobreza y obediencia profesadas y nos inserta en la vida misma de aquel hogar, que, elegido por Dios como modelo de familia para la humanidad, constituye la razón de ser de la vocación a la que hemos sido llamados: Ser hijos, testigos y apóstoles del Misterio de Nazaret.

En la escena de la Natividad recreada en el Pesebre, hallamos ocasión oportuna para recordar -pasar nuevamente por el corazón- el comienzo de la obra misericordiosa de Dios en nosotros, que inició en el seno de la propia familia, allí donde experimentamos la fuerza formadora del amor; continúa con el fiat gozoso que en el Nazaret de la cotidianidad damos a la llamada aceptada y espera anhelante su pleno cumplimiento, en el día glorioso en que reciba la corona inmarcesible de la gloria que perdura para la eternidad.

El Pesebre es pregonero del acontecimiento pascual, la gruta de Belén nos conduce a la gruta excavada en la roca de Jerusalén, las dos son sinónimo de vida, promesa realizada; en ambas acontece la Salvación. Navidad y Pascua, son fiestas de redención, tal como lo recordaba el Papa Emérito Benedicto XVI en Audiencia general del 21 de diciembre de 2011.

Procuremos, pues, que en nuestras comunidades el Pesebre ocupe el lugar que le es propio y no se extravíe en medio de las decoraciones que con espíritu festivo preparamos para estas fechas; su elaboración posibilita el compartir fraterno, es en sí mismo un recurso pastoral y catequético para la formación cristiana en los centros educativos y parroquiales, en fin, contribuye eficazmente con la transmisión de la Buena Nueva de Nazaret: Dios es Familia.

BELÉN DEL COLEGIO PADRE MANYANET-SAN ANDRÉS

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