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Inauguración del Nacimiento y el árbol de Navidad de la Plaza de San Pedro del Vaticano

Cada año el Pesebre y el árbol de Navidad hacen más visible el Nacimiento del Hijo de Dios. Son los signos de la compasión del Padre celeste, de su participación y de la cercanía a la humanidad, dijo el Papa en su agradecimiento a los donantes.

En plena puesta de sol, a las 16,30 de la tarde del jueves 7 de diciembre, se iluminó el árbol de navidad en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Daba comienzo así la inauguración del Pesebre y árbol de navidad, en vísperas de la Inmaculada Concepción.

Pesebre

La Abadía Territorial de Montevergine, una sede de la Iglesia católica perteneciente a la Arquidiócesis de Benevento en el sur de Italia ha sido la encargada de ofrecer el pesebre para este año 2017. Se trata de una obra de arte realizada en estilo del siglo XVIII e inspirada en las obras de la Misericordia: representación de 20 figuras.

Árbol de Navidad

En cuanto al árbol, este año viene desde Polonia, concretamente de la Archidiócesis de Elk. Tiene una altura de 28 metros y un diámetro máximo en la base de 10 metros. Fue el Cuerpo Forestal local el encargado de transportarlo en una ruta de más de 2.000 km a través de Europa central.

La decoración son figuras de cerámica elaboradas por los niños y niñas del departamento de oncología de algunos hospitales italianos. Estos niños, junto con sus padres, participaron en el programa de terapia de cerámica-recreativa llevado a cabo por la Fundación Onlus condesa Lene Thun.

El árbol y el belén estarán iluminados hasta la noche del domingo 7 de enero de 2018, día en el que se concluyen las fechas navideñas y se conmemora el Bautismo del Señor.

Discurso a los donantes del Pesebre y el árbol de Navidad

El Papa Francisco agradeció personalmente a los donantes del árbol de Navidad y del pesebre en una audiencia celebrada previamente en el Aula Pablo VI y les recordó la importancia de la simbología de estos dos elementos en la celebración cristiana de la Navidad.

«Cada año el pesebre y el árbol de Navidad nos hablan con su lenguaje simbólico. Hacen más visible todo aquello que acogemos en la experiencia del nacimiento del Hijo de Dios. Son los signos de la compasión del Padre celeste, de su participación y de la cercanía a la humanidad que no es abandonada en la noche de los tiempos, sino que es acompañada en las dificultades», señaló el Santo Padre.

Sobre el árbol, explicó que «se alza hacia arriba estimulándonos a tender la mano hacia los dones más altos, a levantarnos por encima de las nieblas que nos nublan para experimentar todo lo bello y alegre de la inmensa luz de Cristo». «El árbol, proveniente este año de Polonia, es un signo de la fe de aquel pueblo que, también con este gesto, ha querido expresar su fidelidad a la sede de Pedro», subrayó.

Francisco se dirigió a continuación a los niños que participaron en la decoración del árbol y les agradeció su trabajo. «Con vuestro trabajo habéis transmitido vuestros sueños y vuestros deseos de mirar al cielo y de dar a conocer a Jesús, que se hace niño como vosotros para deciros que os quiere bien. Gracias por vuestro testimonio, por haber hecho estas decoraciones navideñas que los peregrinos y visitantes provenientes de todo el mundo podrán admirar».

Después, el Pontífice reflexionó sobre el significado de la representación del pesebre: «En la simplicidad del pesebre encontramos y contemplamos la ternura de Dios que se manifiesta en la del Niño Jesús».

El Papa afirmó que «el pesebre es el lugar donde contemplamos a Jesús que, asumiendo sobre sí la miseria del hombre, nos invita a hacer otro tanto por medio de las acciones de misericordia».

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